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Revista 22

El Quijote manchego y el Martín Fierro pampeano compañeros de aventuras

  • III Época
  • Diciembre 2009
  • Por Aspas Manchegas
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Relacionar a la Argentina con Mota del Cuervo, es vincular una historia, una literatura, una cultura, un paisaje en común y es también remontarnos a sus máximas glorias literarias.

La Pampa es una inmensa llanura en donde su habitante tradicional, el gaucho, trabaja, sufre, se recrea en su inmensidad aunque esté sólo frente a ella, y la Mancha es una amplia meseta, árida pero atrayente, entrañable y acogedora. Tierras duras en donde la cigüeña -inseparable figura del paisaje castellano-, el carancho pampeano y muchas otras aves encuentran su nido; en las que el hombre se busca cercano, en las que cada uno sabe que no muy lejos habrá cobijo para su cansancio y un plato de comida para saciar su hambre.

La montaña encierra, la llanura se expande. No por nada las cumbres literarias de ambos pueblos surgirán en esas geografías hermanadas por la planicie y el espacio. La máxima obra española es manchega, las aventuras del valeroso hidalgo "Don Quijote de la Mancha" que no quiere saber ni su lugar de origen, y la gloria de las letras argentinas es "Martín Fierro" que pierde en sus infortunios su lugar de origen. El uno, llena su cabeza de libros de caballería y va en busca de aventuras, el otro es pendenciero e ignorante y errará por su vasta tierra pero, a pesar de ello, su figura está llena de grandeza y nos contará sobre la existencia de su raza sufriente.

Se recortan en el horizonte del Quijote los molinos de viento en donde tuvo su famosa aventura con los gigantes (muchos son los que aseguran que fueron en la mismísima Mota del Cuervo); en el de Martín Fierro se entrevén los ombúes inseparables de la geografía pampeana, la inmensidad como refugio, el temor por las almas en pena, por la luz mala que brilla tenue a lo lejos. En esos paisajes -sean la Pampa o La Mancha- a veces la luz y la imaginación pueden llamar a la equivocación y al engaño.

Así Martín Fierro dirá en el largo Poema gauchesco (V 1259-1260):
"suele verse una luz mala
como de alma que anda en pena"

Y Don Quijote (Cap VI):
".. .si vuesa merced.. .se deja de andar por los
montes y por los valles como 'anima en pena',..."

Quijote tiene a su Dulcinea (actual pueblo de la meseta que se encuentra muy cerca de Mota del Cuervo), Martín Fierro perderá a su mujer al volver a su rancho, pero, sin embargo, comprenderá su decisión de abandonar el nido ante la larga ausencia y el infortunio, y, como en el caso de la blanca cautiva en manos de la indiada, seguirá defendiendo a la mujer en desgracia, como Quijote lo hace al encontrar o imaginar a cualquier doncella en apuros.

El eterno femenino se salva en los dos personajes tan distintos en ciertos aspectos y tan similares en otros.

La libertad es el ideal de ambos héroes (o quizás deberíamos decir antihéroes cargados de humanidad), la soledad es su sino -aunque no por eso dejan de comprender el sentido de la amistad y el compañerismo -que en El Quijote estará dado por Sancho y en Fierro por su amigo Cruz-.

Los dos aman la justicia y sufren cuando la ven pisoteada por los poderosos y prepotentes. Uno es de buena cuna provinciana y culto, el otro pobre e ignorante, y ambos son valientes y arremeten con lo que la suerte les depara para "enderezar entuertos" o "para hacer justicia en donde no la hay".

A Fierro no podemos dejar de quererlo, aunque sea pendenciero y estar al margen de la ley si así la vida se le presenta, es el hombre de campo, olvidado de todos que lucha por sobrevivir; a Quijote no podemos dejar de amarlo, aunque los demás lo consideren lunático y buscador de pleitos. El escritor argentino Jorge Luis Borges hablaba de Cervantes y Alonso Quijano "que quiso ser don Quijote, y lo fue alguna vez" como "amigos personales míos".

Sus caballos serán sus amigos inseparables. A uno le acompañará su adarga y al otro "su inseparable vigüela" (guitarra) para cantar sus penas y hacerle compañía en sus momentos de tristeza bajo el cielo estrellado. El mismo tipo de vihuela que también templará el ingenioso hidalgo.

Así en la Ida de Martín Fierro, al iniciar el Poema dice Fierro "Aquí me pongo a cantar al compás de la vigüela..."; y Quijote dirá ""...templando está un laúd o vigüela.." (Cap XII) y más adelante "...halló don Quijote una vihuela en su aposento; templóla" (Cap XLVI).

Y esos cielos estrellados, el de la Pampa y el manchego que tantas similitudes poseen y bajo el cual cobijan sus almas anchas y solitarias, harán decir a Martín Fierro (V1445-1456):

"Ansí me hallaba una noche,
Contemplando las estrellas,
Que le parecen más bellas
Cuanto uno es más desgraciao
Y que Dios las haiga criao
Para consolarse en ellas,
Las tiene el hombre cariño,
Y siempre con alegría
Ve salir las Tres Marías:
Que si llueve, cuando escampa,
Las estrellas son la guía
Que el gaucho tiene en la pampa”.

Y al Quijote (Cap. XX): …que, a lo que a mí me muestra la ciencia que aprendí cuando era pastor, no debe de haber desde aquí al alba tres horas, porque la boca de la bocina está encima de la cabeza, y hace la media noche en la línea del brazo izquierdo."

El horizonte es su camino. No hay un rumbo fijo, hay un futuro que ir haciendo, una vida que ir armando.

Los consejos y los refranes estarán a la orden del día en ambas joyas literarias.

En la Ida, Martín Fierro dirá que no tiene "ni un palo donde rascarme, ni un árbol que me cobije".

Y en el Quijote "...quien a buen árbol se arrima, buena sombra la cobija" (Cap XXXII).

Muchos de los dichos, aforismos, axiomas, refranes de El Quijote aparecen en el Martín Fierro.
Con ello vemos la continuidad de una tradición y una lengua, porque la verdadera obra literaria, la más revolucionaria, suele ser aquella que vuelve a las mismas fuentes y orígenes, la que busca la savia en lo popular. Fue quizás el conquistador español o quizás el inmigrante, o posiblemente ambos los que dejaron caer de sus bolsillos en tierras americanas esas preciosas semillas filosófico-literarias que animan las dos obras maestras.

Ya Miguel de Unamuno decía cuando elogió y analizó el Poema de Martín Fierro que éste le recordaba la poesía popular española de los siglos XV y XVI.

De esta manera en la Pampa del gaucho, la de Martín Fierro camina eterno el Quijote.

Por eso no puedo dejar de imaginar aun Martín Fierro cabalgando bajo un fuerte sol pampeano camino a la Mancha y quedarse boquiabierto al encontrar sobre unos montículos que se convierten en un precioso balcón sobre el paisaje castellano, unos enormes gigantes que le recuerdan a sus conocidos ombúes con los brazos, aspas o ramas extendidos.

Nota: Martín Fierro es un largo poema narrativo del escritor argentino José Hernández. Obra literaria considerada como la epopeya del género gauchesco. Fue publicada en 1872 con el título "El Gaucho Martín Fierro " (considerada como La Ida), y su continuación, La Vuelta de Martín Fierro, apareció en 1879.

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